En 1899 llegaron a la zona los monjes benedictinos, procedentes de Francia, forjadores de la actual Abadía los Monjes del Niño Dios, primer monasterio de estas características asentado en Hispanoamérica. Los monjes de esta orden conservan un voto fundado en la oración y el trabajo. Y es justamente su tesonera labor la que ha dado origen a una reconocida industria artesanal de productos naturales. La apicultura es uno de los aspectos destacados. A consecuencia de ello se han derivado subproductos como miel, jaleas y el prestigioso licor monacal, cuya fórmula milenaria permanece en estricto secreto. La abadía también posee un albergue situado en un predio donde se suceden endémicos paisajes. Allí pueden hospedarse quienes se acerquen en búsqueda de paz, meditación, descanso o retiro espiritual. Se halla situada en las afueras de la ciudad de Victoria, sobre Ruta Nº 11.
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